Rosa ahora sí, rosa ahora no

Cuando eres pequeña que te guste el rosa está bien, después de todo nos han inculcado que el rosa es de niñas y el azul de niños. Si te gusta el rosa, las princesas, los peluches, llevar faldas pomposas, los lazos, etc. está bien porque eres una niña pequeña, y eso es lo que es de esperar que les guste. Al ser así yo de pequeña no me encontré con ningún problema respecto al tema durante esa edad, pero al llegar a la pre-adolescencia esto cambió. De repente si te gusta esta mal, “ya no eres una niña” así que tienes que madurar y dejar de que te gusten el rosa y demás cosas, tienes que deshacerte de ello.

Este cambio repentino en el pensamiento de la gente de mi alrededor sobre lo que me puede gustar y lo que no, y el hecho de que a mí aún me seguía y me sigue gustando el rosa y muchos de estos elementos agrupados y etiquetados dentro de lo que tal vez podemos llamar “feminidad infantil”, deriva en una serie de diferentes problemas ocasionales o a largo plazo con los que me encuentro incluso a día de hoy.

Este suceso, que creo que no es exclusivo mío sino compartido por muchas personas de mi generación (tal vez impuesto des de una perspectiva occidental), me lleva a preguntarme ¿Por qué sucede esto?

Para empezar, el establecimiento del término “el rosa es de niñas, el azul es de niños” no ha existido siempre, y es en verdad relativamente nueva. Basándonos en las investigaciones de Joe Paoletti en su libro "Rosa y azul: separando a los niños de las niñas en América" (2012), podemos datar el surgimiento de la asociación del azul a lo masculino y el rosa a lo femenino a partir de los años 40, de la mano del baby boom, el crecimiento económico y la fabricación en masa de la indumentaria. Los avances en las ecografías para el embarazo también lo fomentaron, al conocerse el sexo del feto antes del parto se impulsó la venta de objetos diferenciados por sexos. Aun así, es complicado encontrar el origen exacto de porque se eligieron estos dos colores específicamente para cada sexo, teniendo en cuenta hechos como que el azul estaba asociado con la Virgen María en muchas regiones católicas de Europa, o como a principios del s. XX, en revistas de la época se muestra como usaban el rosa para los varones ya que provenía del rojo, un color asociado a la fuerza históricamente.

La preadolescencia (que empieza entre los 10 y 14 años) se entiende como una etapa de crecimiento. En esta etapa a las chicas, en contraste con los chicos, se las somete a una gran cantidad de responsabilidades nuevas que deben saber llevar ellas mismas (la menstruación, cuidar de su cuerpo y sexualidad…), lo que lleva a que se nos imponga a que debemos madurar con rapidez. A partir de esta etapa que te digan “pareces una niña” o “pareces más joven de lo que aparentas” se convierte en incluso un insulto, y llegar a ser, parecer o actuar como una “adulta” se convierte en el objetivo que debes adquirir.

Esta presión por llegar a la adultez creo que puede deberse en cierta parte al ideal de madre que se le impone a la figura femenina, la cual en gran medida se caracteriza por el deber de sacrificarse para cumplir con su rol adecuadamente.

“Desde este desconocimiento, los/as alumnos/as entran en complicidad con un mundo escolar que se disfraza de natural y sensato pero que no es otra cosa que un mundo dividido y desigual. Ahora bien, ¿cuál es el nudo de significación que predomina en este sesgo de género? Entendemos que se trata del ideal maternal, en el cual se encuentra incluido el mandato de agradar. O, para decirlo de otra manera, el contenido más importante en la infancia de las chicas es la perspectiva de prepararse física, emocional e intelectualmente para la maternidad, lo cual implica en nuestra cultura casamiento heterosexual, que solo será plenamente realizado, o no, en el mundo adulto.”("Niñas y niños en la escuela: cuerpos sexuados, derechos humanos y relaciones de género", Graciela Morgade, 2007.)

Por tanto, al imponerse este rol desde temprana edad se les obliga a las niñas a dejar de lado sus previos gustos, para poder prepararse adecuadamente para cumplir su rol esperado de madre adulta.

Volviendo al tema de los colores, veo interesante destacar como el rosa es un color exclusivo de la feminidad infantil mientras que el azul no es exclusivo a la masculinidad infantil, sino a la masculinidad en todos los rangos de edad. En el libro "Psicología del color. Cómo actúan los colores sobre los sentimientos y la razón" de Eva Heller (2004), aparecen los resultados de consultas con personas (Alemania), con rango de edad de entre 14 a 97 años, de sexo femenino y masculino. Una de las preguntas es ¿Cuáles colores son sus favoritos? Como resultado, el azul es el preferido tanto por hombres y mujeres (45% de los consultados respondió así), seguido del verde (15%), rojo (12%), amarillo (6%), violeta (3%), naranja (3%), blanco (2%), rosa (2%), marrón (1%) y oro (1%). No es simple casualidad que el azul sea el color más votado con el 45% de los votos, mientras que el rosa solo sea solo el 2%. Está claro que la decisión que tomamos al escoger nuestro color favorito no es totalmente subjetiva, y se ve afectada por esta tendencia de asociar el rosa exclusivamente a la infancia femenina.

Al terminar la preadolescencia y la adolescencia, y llegar a la adultez, una se da cuenta con más claridad de estas imposiciones que se nos dan y puede llegar a luchar de varias maneras y perspectivas para poder conseguir expresarse con libertad.

Aunque este tema a primera vista resulte no ser muy relevante en comparación a otros, creo que es necesario cuestionarnos: ¿Cómo afecta estas imposiciones en la vida y desarrollo de una preadolescente/adolescente? ¿Retiene la libre expresión de su identidad? ¿Provoca que se tenga que moldear a un rol especifico? ¿Afecta a su aspecto físico, su comportamiento, sus acciones, su plan de futuro, su estado mental, …?